Fundación de Buenos Aires

La segunda fundación de la ciudad de Buenos Aires cuarenta y cuatro años después de la primera, fue hecha por Juan de Garay el día de la Santísima Trinidad del año 1580.

José María Carbonero. 1910. Málaga. España

CuadroCarbonero

El 20 de octubre se sortea el nombre del patrono, saliendo San Martín de Tours, tres veces consecutivas; cada vez que salía era rechazado por considerarlo un “Santo Extranjero”, (era Francés) al salir por tercera vez lo aceptaron.

Los venidos con Garay encontraron restos de animales prehistóricos pero no les dieron importancia.

Estatua de Juan De Garay

JuanDeGaray

Buenos Aires era un puerto perdido, sin movimiento. La ciudad  no producía nada que alguien quisiera comprar, los animales que había eran salvajes, y la agricultura primitiva.

Aunque hubiera habido vacas u ovejas (que no había) tampoco tenían la posibilidad de transportar o procesar su carne para llevarla a Europa o a Cuba. Lo poco que se mando años después era como charque, secada y salada y se usaba para alimentar esclavos.

Lo único que funcionaba bien era el contrabando de la Plata del Cerro de Potosí.

Juan de Garay hizo un plano de la ciudad con 135 manzanas y le entrego a cada poblador un solar. Reservo lugares para la Iglesia, los conventos y el Hospital.

Repartió las tierras de pan llevar, (45) Ver mapa en la primera parte. Las suertes eran 65, la cuarta en lo que es hoy la calle Callao y Las Heras perteneció a Juan de Garay.  Llegaba hasta el borde de la Barranca. ( Avenida Alvear hasta Arenales y desde la Calle Montevideo hasta Ayacucho).

La 59 la recibió Ana Díaz, fue la única mujer que recibió una suerte.

Lo que más los sorprendió a los recién llegados fue la enorme cantidad de caballos que había, los indios comían su carne y tomaban leche de yegua.

El que los trajo fue Don Pedro de Mendoza y luego del abandono de la primera Buenos Aires quedaron unos treinta que fueron el comienzo de las enormes tropillas que encuentra Garay.

A la Argentina luego de la llegada de don Pedro de Mendoza arribaron tres corrientes colonizadoras, una venida del Paraguay que fundó en 1573 Santa Fe y luego Buenos Aires. (Garay) otra desde Chile y la tercera, desde la quebrada de Humahuaca que fundó Santiago del Estero, Tucumán, Córdoba y Salta.

La esclavitud

A lo largo y a lo ancho de América llegaron entre los siglos XVI y XIX gran cantidad de esclavos provenientes de África, se calcula que fueron alrededor de 12 millones.

La abolición de la esclavitud se fue imponiendo paulatinamente a lo largo del siglo XIX, nuestro país fue de los pioneros, en la supresión de la misma.

La condición de esclavo se perdía por la libertad concedida por el patrón o comprada, muchas estancias se formaron con mano de obra negra. Una gran cantidad sufrieron enfermedades que para ellos eran terminales, como el tifus y la viruela. Increíblemente los que primero morían eran los más jóvenes, algunos dentro de las 24 horas de contraer la enfermedad.

Antecedentes

A raíz del Tratado de Utrech de 1715, Inglaterra obtiene autorización de España para los llamados asientos de negros. Como antecedente podemos decir que en mayo de 1595 se había autorizado a una persona a introducir 600 negros por año. Hay además una cédula del 24 de noviembre de 1791 que permitió el tráfico de esclavos en Buenos Aires, con la franquicia a los buques extranjeros de exportar a su retorno frutos del país.

A comienzos del siglo XIX el diputado al Cabildo, Juan Martín de Pueyrredón, presenta una petición a las autoridades españolas abogando por la supresión de la esclavitud en el Río de la Plata.

En esos años toda la economía del Río de la Plata estaba subordinada a la economía española, solo se podían producir los bienes de los que carecía España, de manera que no pudiéramos  competir con ella. El transporte debía hacerse en naves exclusivamente españolas.

En 1778, por Real Cédula, queda autorizada la Compañía de Filipinas para transportar cueros y otros productos hechos o elaborados o preparados en Buenos Aires.

En la década de 1780 y principalmente a partir de 1794 con la creación del Consulado y la paz con Inglaterra, la reactivación del Comercio Porteño fue extraordinaria.

Se realizó por esos años un Contrato de Asientos de Negros con la Compañía Inglesa South Sea Company,  podían traer esclavos, y se  permitía a sus directores adquirir propiedades en territorio de la Provincia de Buenos Aires. Se les dejaba construir sólo casas de madera, pues, se temía que construyeran fuertes.

Los esclavos 1811-1820

En esos años casi uno de cada cuatro habitantes de Buenos Aires, era esclavo.

Llegaban a nuestra ciudad hacinados en los barcos, enfer­mos, y con pestes; en la década del 80 (1781 – 1790) lle­garon 2340, en la del 90, 10.512, y entre 1801 y 1806, llegaron 12.000.

En general aquí los esclavos no eran mal tratados; había mas en la ciudad que en la Campaña; casi todos habitaban en el Ba­rrio de Montserrat que por eso era llamado el Ba­rrio “del Tambor”. Luego hubo varios que se trasladaron al barrio del Re­tiro, y más tarde al de Balvanera.

Dentro de esos grupos funcionaban varias sociedades africanas, como  la  Cabinda, la Conga, la Rubolo, la Benguela, la Angola, y otras.

En el Río de la Plata en comparación con otros países no había muchos esclavos en Estados Unidos en las zonas agrícolas del Sur, la mayoría de la población era negra. Había tres esclavos por cada hombre libre.

A la hora de disponer de ellos en una venta eran considerados como cosas y no como personas. Sin embargo por su real condición de personas, la ley les otorgaba ciertos dere­chos, por ejemplo, si un dueño vendía un esclavo casado, debía vender también a su mujer, pues no podía separar ese ma­trimonio; y si un esclavo decidía casarse con una es­clava de otro amo, el dueño de esta debía venderla al propietario del futuro marido para que se concretara la unión.

 

Los esclavistas capturaban esclavos a lo largo de la costa Africana. Se estima que entre los siglos XVI y XIX solo a Brasil llegaron 3.500.000 esclavos. Con el tiempo formaron los Quilombos que eran organizaciones de defensa.

La esclavitud en Brasil se termino en 1888, cuando en los países limítrofes ya estaba prohibida. Y Capitán Sarmiento, era no solo una Estación sino también un pueblo.

Los esclavos que hubo en los campos de Capitán Sarmiento ya estaban ahí antes de que llegaran los Fernández de Molina. Provenían de distintas Etnias posiblemente de Angola.

Algunos eran descendientes de antiguos esclavos que fueron quedando, sus padres o abuelos habían sido traídos por esclavistas o entrados desde el Brasil. Al trabajar en el campo evitaron ser reclutados para alguna de las guerras absurdas que exterminaban a la población.

Como hemos visto anteriormente todos tenían el mismo apellido Belén, y habían pertenecido a una orden religiosa. Cuando el Gobierno expropio sus bienes quedaron abandonados, donde estaban y siguieron viviendo en el monte con sus descendientes. Los Fernández de Molina los encontraron ahí cuando se hicieron cargo del campo, no tenían problemas de mezcla de sangre, porque pese a tener el mismo apellido sus orígenes tribales eran distintos. No les importaba de quien fuera la Tierra, se quedaban ahí y trabajaban para el que llegara.

El dueño del campo era su baluarte, el responsable. No solo contra los malones que en la zona ya eran raros, sino también contra las bandas y los comisarios bravos. Al mismo tiempo constituían la fuerza de defensa de la estancia.

 

Los esclavistas

En la primera mitad del siglo XIX, la venta de esclavos constituía el noventa por ciento de las exportaciones de Portugal. La mayoría de sus capturas las hacían en Angola, que pertenecía a Portugal.

Durante siglos, la historia de este hoy país (Angola) fue anónima, no solo se llevaron sus hombres y sus mujeres, sino que la dejaron durante muchos años sin héroes, sin ancestros, sin pasado.

Nunca tuvieron un San Martín, un Belgrano, un referente. La esclavitud dejo al País sin identidad.

Hubo tres grupos humanos claramente diferenciados por origen que vivieron y murieron en nuestra zona, nuestros campos albergaban europeos, indios y africanos, los tres grupos son importantes para esta historia. Durante muchos años no había gente para trabajar en el campo, había más puestos de trabajo, que postulantes.

El número de españoles era pequeño, los indios pampas no querían trabajos fijos y la solución buscada fueron los esclavos. Casi todos los peones en las Estancias eran negros, muchos de ellos permutados por “charque “. (46) (Carne secada y salada para ser usada en la alimentación).

Hubo un señor de apellido Romero que tenía licencia de la corona para traer directamente esclavos de África.

El sometimiento casi total de una persona a otra fue un fenómeno de la antigüedad, no tenia nada que ver con el color de la piel, su origen fueron los botines de guerra, el sometimiento de los vencidos o la esclavitud por el no pago de deudas, luego se empezó a transmitir la esclavitud por nacimiento.

En muchos lugares la captura de esclavos en África la hacían las tribus más poderosas a expensas de las más débiles. A veces su precio se fijaba en función de la dentadura, por eso los integrantes de algunas tribus perseguidas se limaban los dientes con piedras para rebajar su valor o provocar rechazo.

Las tribus se temían mutuamente y acumulaban odio. Las incursiones guerreras se producían en la estación seca, cuando resultaba más fácil desplazarse.

Las bebidas alcohólicas era una paga frecuente de los traficantes a los captores, generalmente cargaban en Luanda, (la capital de Angola, fundada en 1573), la que durante trescientos años fue un centro de operaciones esclavistas, vendían gente a compañías españolas, francesas e inglesas.

El cruce del Atlántico se realizaba en veleros llamados “tumbeiros, en promedio llegaban con un 30 por ciento de los embarcados. Hubo casos en que no arribó con vida ni uno, esto sucedió en una nave de la Compañía de Guinea que llego al Río de la Plata en 1702.

Un negro Bozal es decir que no hablaba español se vendía en Buenos Aires a 80 pesos fuertes. Este era el mejor destino que le podía tocar, el peor eran las minas de Potosí en las que morían al poco tiempo, ahí un negro joven podía ser vendido en 300 o 400 pesos.

En esa época Portugal era una superpotencia mundial, con posesiones ultramarinas en varios continentes, sin embargo su población no superaba el millón de habitantes, en la primera mitad del siglo XIX la venta de esclavos, constituía por lejos su principal exportación.

Angola se quedo sin héroes, sin ancestros, sin pasado. No se conoce el nombre de un solo guerrero, no tienen estadistas, ni escritores, que no sean recientes. Los esclavistas dejaron al País  sin identidad, sin una historia que no fuera de crueldades.

Se independizo en 1975. en 1998 todavía había grandes peleas entre grupos antagónicos.

 

Es notable como en nuestro país desaparecieron casi completamente los  descendientes de esclavos, los historiadores plantean tres posibilidades la mestizacion, las guerras y las pestes.

De los indios originarios tampoco hay muchos, casi todos, están situados en el Norte o en el Sur del país, pelearon también en las guerras de la independencia, el batallón llamado “de pardos y morenos”, incluía esclavos, libertos e indios.

¿Qué es la enfiteusis?

Es un derecho real de goce sobre una cosa ajena. Al principio cuando Fernández de Molina recibió los campos, estos siguieron siendo propiedad del estado, el los adquirió en propiedad en 1839. Solo se podía constituir la enfiteusis sobre bienes inmuebles, y el estado cobraba una  renta anual llamada “canon”.

Este derecho que era real (de res en latín cosa), se realizaba por medio de un contrato especial, el arrendamiento enfitéutico. Para explicarlo de una manera simple se dividía la propiedad en: 1) dominio directo (el del dueño de la Tierra) y 2) dominio útil de goce y uso que tenia el enfiteuta (el que la iba a trabajar).

El enfiteuta no podía efectuar en el predio ningún cambio que disminuyera su valor y si había efectuado mejoras o construcciones que aumentaban su valor, no podía destruirlas ni reclamar indemnización y debía al final de su contrato dejarlas a favor del propietario en este caso el Estado.(la Provincia de Buenos Aires)

El Código Civil Argentino se promulgó en el mes de septiembre de 1869, cuarenta y un años después de lo que estamos contando. Entro en vigencia el primero de enero de 1871. El artículo 2614 del mismo se refiere a los derechos reales suprimidos o sea derechos reales que existían antes de la sanción del Código y que a partir de la promulgación del mismo no se pueden constituir más.

El artículo establece: “Los propietarios de bienes raíces no pueden constituir sobre ellos derechos enfitéuticos, ni de superficie, ni imponerles censos…”.

Decía en una nota al artículo 2503 del Código Civil: “La enfiteusis era la concesión de un fundo que una de las partes entregaba a la otra a perpetuidad o por un largo tiempo, con cargo de mejorarlo por construcciones o plantaciones, y de pagar un canon anual”. Citando a otro autor, nos dice: “La enfiteusis es un poco de arrendamiento, un poco de propiedad, pero verdaderamente no es ni arrendamiento, ni usufructo, ni propiedad”.

Su complejidad dio en ese momento lugar a todo tipo de controversias, por eso suponemos que al redactar el Código Civil, Velez Sarsfield lo suprimió.

La conveniencia de este Contrato ha dependido de la situación económica y social, antes había instituciones políticas que permitían los feudos, la prohibición de ventas de bienes inmuebles por los sucesores y los mayorazgos, en los que se llevaba todo el hijo mayor y quedaban los otros sin bienes.

A América llegaron muchos hijos segundones (hijos posteriores al primero) que no habían recibido Tierras en España y vinieron a formarse un porvenir propio sin ningún capital. Muchos entraron al ejército, otros se dedicaron al comercio o fueron a poblar campos.

Velez Sarsfield decía que la experiencia ha demostrado entre nosotros que las Tierras enfitéuticas ni se cultivan, ni se mejoran, y que suprimiendo la enfiteusis, se evitan los continuos pleitos que la institución trae.

 

Quiénes recibieron la Tierra en enfiteusis

Durante el período 1822-1829, estuvo prohibida la venta de Tierra pública.

El 1° de junio de 1822 se dicta un decreto que autorizaba a dar en enfiteusis las Tierras que se hallan a la orden del Ministro de Hacienda, y el 17 de abril de 1822, se dicta otro en el que Rivadavia, como Ministro de Martín Rodríguez, prohíbe la venta de la Tierra pública.

En 1826 se aprueba la ley en el Congreso.

Alrededor de 600 personas obtuvieron Tierras de esta forma, muchos de ellos posteriormente las compraron al Gobierno.

En esta relación, explicaremos el Estado de la Provincia en esa época y lo difícil que era la vida en la campaña. La mayoría de las Tierras entregadas en la práctica estaban inexplotadas y en algunos casos inexploradas.

Solo a la luz de esta situación se entiende esta entrega que vista a través de tiempo, parece un gigantesco regalo, suponemos que fue  posiblemente la única vía que encontraron para conseguir que la pampa se poblase con personas privadas.

El Gobierno no tenía capital para trabajarlas y en la práctica demostró con los bienes incautados a las Ordenes Religiosas, que el Estado no estaba en condiciones de manejarlos, los bienes que les sacaron fueron  abandonados y dilapidados.

Otros motivos

Nuestro país acababa, en ese momento, de salir de un período de anarquía que comenzó en el año 1820; las deudas del gobierno eran enormes y el único recurso que poseía para garantizar el pago de sus deudas era la tierra y aunque su valor por hectárea era bajo, era tal la cantidad que tenían, que en su conjunto conformaban una buena garantía

Lo indefendible de todo esto fue la expropiación sin pago. Da la impresión que fue tomada más por antipatía a las Órdenes Religiosas que por otro motivo. Los  Jesuitas y otras órdenes manejaban bien sus campos y llevaban registros de su actividad. Son los únicos registros que encontramos.

En 1825, por primera vez se pide un gran Empréstito Nacional, se firma en Londres durante el gobierno de Las Heras. Como garantía del pago de este empréstito, quedaron hipotecadas las Tierras dadas en enfiteusis. Convivían sobre esas tierras dos derechos reales  la enfiteusis y la  hipoteca.

En ese momento el que recibía estas Tierras pagaba un canon que quedaba fijo por diez años y luego se volvía a estimar.

El 10 de diciembre de 1825 el Brasil declara la guerra a las Provincias Unidas, poco después de contraído el Empréstito.

El plazo de enfiteusis fue en ese momento de veinte años.

El precio a pagar

Variaba según el campo que se recibía. Los que estaban al norte del Salado pagaban 3.000 pesos por legua, y los que estaban al sur del Salado pagaban 2.000; las Tierras de nuestro partido, por estar al norte, pagaban la suma más alta. La ley no limitaba la superficie de Tierra que los postulantes pudieran obtener, algunos las subarrendaron, y  hubo algunos que no pagaron el canon.

Quiénes pidieron Tierras en enfiteusis

La mayoría de los que pidieron Tierras en enfiteusis eran personas prominentes en aquella época, muchas con el mismo apellido fueron prominentes después, posiblemente algunos de los posteriores no lo fueron por meritorios propios sino por el valor de las tierras, que consiguieron sus antepasados.

Algunos nombres

Los Anchorena, recibieron en conjunto 357.000 hectáreas; los Alzaga en conjunto 192.000 hectáreas; Carlos María de Alvear, en San Antonio de Areco, 12.000 hectáreas; José D. Azcuénaga, también en Areco, 12.000 hectáreas; José M. Baudrix, también en Areco, 7.000 hectáreas; Marcos Balcarce, en 25 de Mayo, 39.000 hectáreas; Miguel Biedma, en Areco, 13.000 hectáreas; Eustaquio Díaz Velez, en varios lugares, 429.000 hectáreas; Luís Dorrego, hermano de Manuel Dorrego, en Areco, Rojas y Arrecifes, 51.000 hectáreas. Juan Nepomuceno Fernández 261.000 hectáreas, Juan Fernández de Molina 45.000 hectáreas. También recibieron Tierras la casa Gibson & Cía., María Gutierrez, Sebastián Lezica y otros.

Irineo Portela recibió Tierras en Arrecifes, de donde viene el nombre del pueblo Portela, lo mismo pasó con Francisco Perez Millán.

Facundo Quiroga, el famoso caudillo, recibió en Bragado 36.000 hectáreas. Federico Rauch recibe en Rojas 30.000 hectáreas. Los Rozas, en su conjunto, reciben 192.000 hectáreas. En este punto, queremos hacer una aclaración en cuanto a las diferencias de tamaño.

Los que recibieron mayor cantidad de hectáreas, las recibieron en campos generalmente azotados por malones permanentes, en algunos casos ni llegaron a tomar posesión de ellas.

Esto se ve claro en el caso de Rozas, Anchorena y Alzaga. Por ejemplo, los Rozas de las 64 leguas que reciben sólo 2 están en Areco, las restantes estaban en la zona considerada desierto.

La Sociedad Amigos del País, recibe en Areco, 12.000 hectáreas.

Diríamos que por tamaño y ubicación de las Tierras, Juan Fernández de Molina fue de los más favorecidos al acogerse a la ley de enfiteusis.

Algunos autores hacen la conversión de leguas a hectáreas considerando una legua en 2.500 hectáreas, otro las convierten en 2.700 hectáreas, y otros en 3.000 hectáreas; a los fines de simplificar hemos tomado una legua cada 2.700 hectáreas, que es la cantidad que eligen, la mayoría de los historiadores.

. En algunas áreas rurales de la Argentina una legua equivale a 40 cuadras, es decir, 5.196 m (algunos la establecen en 5.190 metros).1 El fondo de la legua significó inicialmente (s. XVI) la distancia máxima desde el frente (la entrada) hasta el «fondo» (linde opuesto a la entrada) de una propiedad del tipo «quinta», aunque luego la frase «fondo de la legua» pasó frecuentemente a significar el límite máximo podía recorrer un jinete”. ( ) (Wilkipedia Argentina)

Sumadas las superficies parciales de las Tierras dadas en enfiteusis resulta que las 538 personas que forman la lista recibieron en conjunto la cantidad de 3.206 leguas de Tierras, esto es la cantidad de 8.700.000 hectáreas. Debiendo agregarse a esto, que hay enfiteutas que no figuran en la lista, o que figurando no se puede leer la cantidad de Tierra que recibieron.

Tierras en enfiteusis en los pagos de Arrecifes

Ahora veremos quiénes son los que las reciben en nuestros pagos, por orden alfabético: Diego Barruti, 2.500 hectáreas; Juan Cano, 21.000 hectáreas; Coronel José M. Cortinas, 6.000 hectáreas; Juan P. Cueto, 4.500 hectáreas; Luís Dorrego (hermano. de Manuel Dorrego), 12.300 hectáreas; Felipe Ezcurra, 24.000 hectáreas; Juan Fernández de Molina, 45.000 hectáreas; Coronel Juan Garay, 15.000 hectáreas; Bartolo Gómez, 3.000 hectáreas; General Ángel Pacheco, 6.700 hectáreas; Francisco Perez Millán, 15.000 hectáreas; Irineo Portela, 2.500 hectáreas; Pablo Reynoso, 3.000 hectáreas; Ricardo Sayal, 2.500 hectáreas; Juan M. Terrero, 42.000 hectáreas.

Hay que dejar constancia de dos cosas: primero: que la Tierra dada en Arrecifes parece mucha, comparada con lo que es hoy Arrecifes y Capitán Sarmiento, lo que pasa es que el pago de Arrecifes contenía Tierras que hoy pertenecen a otros partidos. Además en algunos documentos los campos de Sarmiento entregados a Juan Fernández de Molina, figuran como en Areco y no en Arrecifes; esto se debe a que algunos autores consideraban los pagos de Areco como los ubicados entre el río Areco y el río Arrecifes, y otros consideraban que los pagos de Areco llegaban solo hasta el llamado camino del Pescado, que está entre nuestro actual partido y el de San Antonio de Areco.

Es el camino que hoy corta la ruta entre los Haras Santa María de Araras y Rancho Luján.

En realidad, el límite sur de los campos de Juan Fernández de Molina entraba en el pago de Areco, comenzando en el río Arrecifes (Pago de Arrecifes) y se adentraban al sur más allá del camino del Pescado (Pago de Areco), en una pequeña cantidad.

Cómo terminó la enfiteusis y la Tierra pasó a manos privadas

La Tierra fue retenida en poder del Estado durante pocos años. El 9 de junio de 1832 Rozas, con un decreto, marca el derrumbe de la Enfiteusis. Esto se hizo poniendo en vigencia otro decreto de 1829 del Gobernador Viamonte, por el cual se donan “suertes de estancias” de media legua de frente por una y media de fondo “en la nueva línea de fronteras en el Arroyo Azul y campos fronterizos de pertenencia del Estado”.

Por una ley del 10 de mayo de 1836, Rozas dispone la venta de las Tierras dadas en enfiteusis. En total se transfieren 1.500 leguas de Tierras, que al cálculo de una legua = 2.700 hectáreas nos da la cantidad de 4.050.000 hectáreas.( ) (En el Archivo General de la Nación hay una lista archivada sobre las Tierras dadas en enfiteusis. No están todas)

.La duración de la Enfiteusis tampoco se cumplió en cuanto al tiempo, empezó supuestamente en 1822, en 1832, ya se donan Tierras en la línea de fronteras. En 1836 Rosas dispone las ventas. Nuestro Fernández de Molina recién hace la Escritura a su favor como propietario en 1839. ( ) (Algunos autores dicen que solo duro siete años, pero los números que ponemos son los correctos porque ellos compraron el derecho a otros).

Para los que les interesa el cálculo de costo de la hectárea diríamos que un peso de ese momento equivalía a 13 centavos de oro, y Juan Fernández de Molina pagó por las 45.000 hectáreas que tenía en nuestro Partido 77.860 pesos o sea que pago 10.122 pesos oro.

Las compra al Superior Gobierno de la Provincia el día 12 de noviembre de 1839, ante el Escribano de Gobierno José Ramón de Basavilbaso.

Por la enfiteusis, los Pinto mas los Molina, estuvieron en posesión de la Tierra (sin la propiedad) ajustando fechas unos 17 años. Seis años los Pinto 1822-1828 y 11 los Fernández de Molina.1828-1839

La situación en esos días

El estado de la campaña y la inseguridad en que se vivía en esa época es muy difícil de entender ahora. En ese momento los indios asolaban permanentemente los campos junto con bandas de desertores y malvivientes.

Era difícil conseguir gente para trabajarlas.

Los gauchos eran en general nomades y la pampa sin límite les daba la posibilidad de mantenerse cazando ñandúes, carneando algún vacuno o haciendo trabajos temporarios.

Una idea de cómo se vivía en esa época en nuestra zona, se puede deducir de un bando que saca el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, a raíz de un malon que cae sobre Salto a fines de 1820. Estaba acaudillado por José Miguel Carrera, prófugo de Chile, transcribimos sólo una parte, porque es demasiado extenso. El mismo comunica el alistamiento de tropas en Buenos Aires para ir en auxilio de esa Población.

El Bando consta de dos partes: el informe que el Gobernador recibe y el comunicado a la población; y dice así:

“El Brigadier General D. Martín Rodríguez, Governador (sic) y Capitán General de la Provincia de Buenos Ayres, á todos sus hijos y habitantes.

CIUDADANOS, que amáis con sinceridad a vuestra patria: habitantes todos de esta provincia, que tenéis sentimientos de humanidad: preparaos á escuchar con indignación y asombro la noticia, que acabo de recibir por comunicación oficial de 2 del corriente, y es como sigue.

 Parte del Jefe Interino de la Sección del Centro de Campaña.

“El comandante del fuerte de Areco D. Hipólito Delgado en oficio datado hoy me dice lo que sigue.- “Acaban de llegar á este punto el cura del Salto D… y otros varios, que es imponderable cuanto han presenciado en la escena horrorosa de la entrada de los indios al Salto, cuyo caudillo es D. José Miguel Carrera, y varios oficiales chilenos con alguna gente, con los cuales han hablado todos estos vecinos que en la torre se han escapado. Han llevado sobre trescientas almas de mugeres, criaturas, sacándolas de la iglesia, robando todos los vasos sagrados, sin respetar. Incendiando muchas casas, y luego se retiraron tomando el camino de la guardia de Roxas: pero ya se dice que á noche han vuelto á entrar al Salto”… Es cuanto tengo que informar á V.S. previniéndole, que dicen, que es tanta la hacienda que llevan, que…no son capaces de arrearla…

Dios guarde á V.S. muchos años, Guardia de Luján 2 de diciembre de 1820.- Manuel Correa.- Sr. Inspector Brigadier general D. José Rondeau. …. Bárbaro, cien veces más bárbaro, que acaba de invadir el pacífico pueblo del Salto en la forma inhumana y sacrílega, que habéis oído; y tengo por otros conductos noticias fidedignas, que hizo romper á punta de acha las puertas de la iglesia, á donde se habían refugiado las familias indefensas, haciéndolas arrancar con la osada mano de esos caribes del pie de los altares, sin que les valiesen sus lágrimas, y sus ruegos. ….

Buenos-Ayres Diciembre 4 de 1820. Martín Rodríguez”.

Los malones se terminaron con la Campaña del Desierto, la parte sur del Río Negro que se completo entre 1880 y 1883 .

Antes de esta Campaña, la Argentina terminaba en la frontera india que atravesaba la provincia de Buenos Aires. Más de la mitad del territorio del país, de norte a sur, estaba controlado por tribus indígenas, al sur de Bahía Blanca, todo era territorio indio, salvo dos o tres enclaves en la costa y un poblado de misioneros en Tierra del Fuego.

La diferencia entre una avanzada y un enclave es que la avanzada es la punta ultima del avance en territorio enemigo, pero tiene acceso libre por lo menos por un punto con el resto de la fuerza propia, todo el grupo es uno.

El enclave no, es un grupo que esta situado en un territorio rodeado totalmente por el enemigo.

Los grupos de poder (1790-1835)

Entre los años 1770 y 1835, cambió de una forma fundamental en nuestro país la composición de riqueza, no solo en manos de quien estaba, sino también los bienes que la componían. (47) (Había cosas que valían poco y empezaron a valer mucho y a la inversa)

Incluso cambiaron las fuentes de donde se creaba  la riqueza.

La población se dividía en esos años en vecinos y estantes.

Los primeros eran, teóricamente, los primeros habitantes de la ciudad, los segundos, las nuevas clases de profesionales, artesanos, jornaleros y sobre todo comerciantes que acababan de llegar, con suficientes bríos y capacidad  como para conmover la vida urbana.

Acá haríamos notar que dos de las familias que mencionamos eran de los primitivos habitantes Ramona Gonzáles Noriega, era de una familia antigua de Buenos Aires, en cambio su marido Fernández de Molina era español. Esta Señora por parte de su madre era de apellido Gómez Cuelli una familia antigua de la Ciudad y otro de los miembros de la familia Molina se casa con una Señora García Zúñiga que eran también antiguos vecinos de Buenos Aires.

Los vecinos eran los que podían adquirir propiedades, formar parte del Cabildo, tener encomiendas y mantenían los resortes del poder político.

Pero esta especie de separación de clases se fue diluyendo por la presencia de los nuevos inmigrantes, quienes rápidamente pasaron a controlar el comercio, el contrabando, el tráfico, y la mayoría de los resortes para alcanzar el poder y la riqueza.

Al principio el campo, como productor, frente al comercio no tenía mayor importancia, salvo eventuales concesiones de vaquerías y algún tipo de venta de carne salada con destino a mercados de esclavos del Brasil y Cuba.

Los nuevos inmigrantes empezaron a casarse con las hijas de los “vecinos” y presionaban sobre los Cabildos para obtener el derecho de vecindad, acreditando residencia, buen concepto social, casa establecida y ser padre de familia.

El próximo paso era la obtención a través de los Cabildos de “mercedes de estancia” y de esta forma se entraba en un status superior en ubicación social, del que tenía el simple comerciante.

La primitiva clase en cuanto a poder económico fue rápidamente desplazada y, como dice un autor, esto es demostrable. Si de hace una lista de los hombres ricos que había en la Ciudad en la época del Virrey Ceballos, y la misma lista veinte años más tarde, se ve que de los que estaban en la primera no quedaba casi ninguno, en la segunda.

Los comerciantes fueron el grupo económico predominante durante la Colonia, el ser comerciante no estaba mal visto en América, mientras que en España se lo consideraba una profesión sin prestigio y en algunas épocas mal vista para los miembros de la nobleza.

La ciudad se transforma; de su apacible vida colonial va quedando poco, las plazas se vuelven mercados públicos, las caravanas de carretas cruzan los caminos (fundamentalmente en nuestra zona), los recién llegados desplazan del poder a los antiguos habitantes.

Esto cambio no se debe a la falta de inquietudes de los pobladores primitivos, sino también a un cambio en las reglas del juego; las concesiones hechas a la libertad de comercio en 1778 permitió competir con Lima desde un nivel más favorable.

Unos pocos años antes (1773), se había dictado en España una Orden Real que hacia compatible el ejercicio del comercio con la nobleza de sangre.

Con la creación del Consulado se inicio una obra importante en el puerto de Buenos Aires, se creó la escuela de pilotos, para auxiliar a capitanes no conocedores de la navegación dentro del río, y se les dio cierta protección a nuestros barcos contra corsarios extranjeros. El Consulado funcionaba, en lo que es hoy la esquina de la calle Reconquista y Bartolomé Mitre enfrente de la Plaza de Mayo, en la vereda de enfrente del mismo lado, esta hoy el Banco Nación Argentina Casa Central. (Que antes había sido el teatro Colon)

A partir de 1805 el consulado, se mudó a una casa ubicada donde hoy esta la Casa Central en Buenos Aires del Banco de la Provincia de Buenos Aires.

Quiénes eran

A partir de 1770, una nueva clase de inmigrantes llega al país y desborda a las familias de los primeros pobladores, que se habían mantenido con pocos cambios desde el punto de vista económico.

Estos nuevos grupos tenían nombre y apellido, los vemos actuar juntos en la Aventura Minera de los tiempos de Rivadavia, en la formación de la Caja de Ahorros, en la formación del primer Banco, luego Banco de la Provincia de Buenos Aires, en la recepción de Tierras en enfiteusis. Muchos de ellos fueron unitarios, otros federales.

Los nombres los vemos repetidos en todas estas empresas, Anchorena, Riglos, los hermanos Costa o da Costa, Lezica, García Zuñiga, Pereyra, Ladislao Martínez, Miguel Gutierrez, Terrero, Alzaga (este venía de antes), Rivadavia y nuestro Juan Fernández de Molina.

Algunas de las fortunas de esa época también se diluyeron en ella, por ejemplo la casa Lezica, una de las más grandes, fue a la quiebra en el año 1835; esto no se debió a un fraude de los dueños que eran intachables, sino a una falsificación de letras efectuada por un cajero con un apellido alemán, que incluso dejó por escrito su confesión donde explicaba la forma en que hizo el desfalco.

En esa quiebra muchas familias importantes perdieron su fortuna.

Sebastián Lezica fue absuelto de responsabilidad penal pues efectivamente se comprobó la veracidad de la confesión hecha por el cajero.

Este hombre había ingresado a la Junta de Representantes en el año 1820, luego fue diputado a la Asamblea Nacional, en 1826 fundó la primera Bolsa de Comercio, fue uno de los precursores de la Caja de Conversión, ocupó la Vicepresidencia del Banco Nacional; su conducta fue siempre calificada de honesta..

Casi todos los mencionados configuraban el grupo más dinámico que había en ese momento en la economía del país.

El tipo de trabajo

Como hemos dicho, al principio eran exclusivamente comerciantes, algunos pulperos, a algunos se los llamaba “los registreros”, ya que no eran introductores directos de mercaderías, sino más bien consignatarios, comisionistas y representantes de remitentes de España.

Posteriormente algunos se convirtieron en representantes de comerciantes ingleses; otros conservaron su individualidad y formaron un grupo lo suficientemente fuerte como para competir con los grupos extranjeros.

Sus hijos concurrían casi todos al Real Colegio de San Carlos, el más importante de Buenos Aires, otros fueron a la Universidad en Chuquisaca; (Choke-Chaka). En el colegio mencionado eran condiscípulos los hermanos Anchorena, Bernardino Rivadavia, Manuel Moreno, Luís Dorrego, Vicente López y otros.

Luego llegaron al Cabildo.

El Cabildo

En general, se exalta al Cabildo como la demostración de un Gobierno Democrático en el cual participaba toda la ciudadanía, la realidad era otra.

En nuestro país, el Cabildo nunca llegó a tener un carácter verdaderamente popular.

Los cargos se mantenían dentro de un grupo, del cual pocos se bajaban, era como si estuvieran en una calesita en la cual cuando se detenía la música, nadie se iba solo cambiaban de puesto, con diferentes cargos.

En las votaciones importantes, como hemos visto cuando se habla de los Cabildos de Mayo de 1810, no se superaban los 600 votos en una ciudad de 50.000 habitantes.

El año 1820

Todo el proceso revolucionario que nos trajo la independencia y los cambios económicos provocaron un traspaso del interés por el comercio, hacia la explotación ganadera.

No significa esto que los comerciantes dejaran de serlo, sino que se mantuvieron como comerciantes y además, se convirtieron en ganaderos y estancieros.

En ese tiempo, las cosechas se realizaban en forma limitada en chacras vecinas a la ciudad, o sea que ser estanciero y ser ganadero eran sinónimos; tampoco había una explotación del ganado lanar que tuviera alguna importancia frente al ganado bovino. Pese a que en definitiva el primer impulso grande de valor al ganado llego con la explotación ovina.

El grupo ganadero puro (sin ser además comerciante) empezó lentamente a cobrar impulso a partir del año 1820, antes no tenía hegemonía, ni económica ni política.

En ese momento, los ganaderos de Buenos Aires no tenían otra competencia que los ganaderos uruguayos, y en forma limitada, ya que Santa Fé, Corrientes y Entre Ríos estaban permanentemente asoladas por las luchas de la independencia, y el puerto de Buenos Aires era la llave de la exportación.

El auge de los campos y de la riqueza ganadera obligó a agrandar la frontera con el indio, ocupando nuevos territorios, y hubo que establecer algún tipo de organización laboral, o sea, transformar al gaucho nómade en puestero o peón fijo de estancia. En 1815 se dictó la “ley de vagos”, de la que ya hemos hablado, por la cual todos los que anduvieran por los campos tenían que tener una cédula o salvoconducto y trabajo fijo.

La mayoría de estos grupos comenzaron su fortuna en la faz comercial, luego la fueron transformando en financiera, pues con préstamos y nuevos proyectos afirmaron, su inversión en inmuebles. Por eso vemos sus nombres primero en las adjudicaciones por enfiteusis, luego en la compra de esos campos, en la venta general que hizo Juan Manuel de Rozas.

Muchos de estos o sus descendientes los vemos nuevamente en las compras de Tierras públicas y los derechos de compras que habían recibido los que actuaron en la Campaña del Desierto.

 

Caja Nacional de Fondos de Sud América

En noviembre de 1816, el director, Juan Martín de Pueyrredón, dictó un decreto mediante el cual se creaba una comisión económica compuesta por cinco personas entre las cuales estaba Manuel Pinto.

En noviembre de 1818 se creó la “Caja Nacional de Fondos de Sud América”, con un capital de 3.000.000 de pesos; se trataba de un organismo destinado a convertir la deuda pública existente, representada por los títulos en circulación, en otra perpetua, sin fecha de reembolso, pero con un elevado interés.

El cebo era el fuerte interés pagadero en efectivo.

Los nuevos títulos que se entregaban serían sobre una deuda permanente, respecto de cuya amortización nada se establecía..

El proyecto era demasiado optimista, ya que confiaba en recibir dinero sin cargo de devolución, pagando un interés anual del 15%, en una plaza como la de Buenos Aires, en la que se pagaba por préstamos el 40% anual. Por esto no resulta sorprendente que en 1819, la Caja sólo recibiera depósitos por 100.000 pesos y en 1820 por 40.000 pesos.

En este último año la Caja gozaba de tanta desconfianza que el periódico “Argos” de Buenos Aires llegó a publicar sobre ella el siguiente verso:

“Esa Caja Nacional
Es un ficto quitasol;
Es, sin concha un caracol;
Es un pozo sin brocal;
Es sin peras, un peral;
Es balanza sin su fiel;
Es un trompo sin cordel;
Es, sin aceite un candil;
Es, por último un barril;
Con el fondo de papel.”

Los Bancos

En 1822 se funda el Banco de Buenos Aires, más conocido como Banco de Descuentos, antecesor del Banco de la Provincia de Buenos Aires; se convocó a una Junta General de Accionistas, a fin de que se designase una Comisión para formar un Reglamento de Administración del Banco, se procedió a la votación y por mayoría quedó formada una comisión con las personas que en ese momento formaban un grupo de poder económico; así fueron nombrados Juan José Anchorena, Juan Pedro Aguirre, Pedro Lezica, Diego Brittain, Guillermo Cartwright y Juan Fernández de Molina . Este no tenía a ese momento los campos en nuestro partido y que sepamos no era propietario de Tierras. Tampoco tenía el derecho de enfiteusis que adquirió posteriormente. El Banco tenía ciertos privilegios. No se podía fundar otro de igual naturaleza por dos años, y se estableció que los fondos invertidos en el, quedaban libres de contribuciones.

Que los accionistas en caso de ejecución civil o fiscal sólo podían ser obligados a vender sus acciones en la plaza, y otras ventajas técnicas. Los privilegios mencionados no alcanzaron poco después fue absorbido por el Banco Nacional.

Los billetes eran impresos en el país y su valor se escribía a mano como si fuera un cheque, pero cuando se dieron cuenta que eran fáciles de falsificar, mandaron grabar los billetes a Londres.

En 1824 se decide la formación de un Banco Nacional, y un grupo de ciudadanos se presenta al Gobierno manifestando estar autorizados por capitalistas del país para formar dicho Banco; entre el corto grupo de representantes estaba Juan Fernández de Molina.

En 1826 se constituye el Banco Nacional. Sus directores fueron Manuel Aguirre, Félix de Alzaga, Sebastián Lezica, Juan Fernández de Molina, Miguel Riglos y Diego Brittain, entre otros.

La ley orgánica aprobada en 1826, otorgaba diez años de existencia a la sociedad mixta. Sus autoridades expusieron al ministro de Hacienda, José María Roxas y Patrón, el 18 de enero de 1836, la necesidad de liquidar la deuda del estado con el banco. La respuesta, con fecha 1 de febrero, expresaba que: …” ocupado el gobierno en muy graves atenciones” no había tratado el tema todavía. (48) (Los diez años de existencia se terminaban en 1836)

El Banco se llamaba “de las Provincias Unidas del Río de la Plata” pero, en la práctica, era de la provincia de Buenos Aires, sufrió las consecuencias de la crisis y los años de sequía. Su situación llegó a ser tan precaria, que sus autoridades gestionaron en 1833 la disolución anticipada de la sociedad y anunciaron al público el cese de actividades, a partir del 31 de diciembre de 1833. En vísperas de esa fecha, el aviso de cese de actividades se dejó sin efecto, pero la confiabilidad de la empresa había desaparecido. Su capital, había sido previsto en 10.000.000 de pesos, solo  se consiguió un poco mas de la mitad.(49)  (La relación que encontramos  entre la Caja, el Banco de Descuentos, el Banco Nacional, la Compañía de Minas para la explotación en Famatina, las reparticiones en enfiteusis, las compras de dichas Tierras, es el demostrar que en Buenos Aires había, en esa época, un grupo económico del cual era parte Juan Fernández de Molina, suficientemente desarrollado como para encarar todas estas empresas al mismo tiempo)

Los mitos Argentinos

Uno de los mitos, frecuentemente repetidos en nuestro país, es la antinomia entre la industria, el comercio urbano y la explotación rural; en el siglo pasado, la creencia es errónea, esa separación no se producía, es mas a veces estaban los protagonistas en los tres lugares.

La mayoría de los grandes estancieros obtuvieron sus títulos como derivación de la enfiteusis o la compra de Tierras públicas, y a su vez, eran comerciantes.

Algunos grandes estancieros se adaptaron al estilo de vida rural; lo vemos en el caso de Juan Manuel de Rozas, todo su poder político era de origen rural, constituyó en el campo su baluarte, otros, como Juan Fernández de Molina, dejaron de figurar en la ciudad para recluirse en la campaña.

Es notable como su nombre aparece prácticamente hasta el año 1830 en todos los Directorios de los Bancos, Compañías de Minas, Proyectos de Expansión de Tierras y, a partir de ese año, no se lo encuentra más; desaparece.

Recién años después comienzan a aparecer sus hijos Juan Bernabé Molina y Florentino Molina, y luego su nieto Juan Ángel Molina.

Creemos que dejó de pertenecer al grupo de Poder, por no ser partidario de Rozas. Juan Bernabé Molina, su hijo, ocupo con posterioridad al Gobierno de Rozas cargos importantes. No ocultaba su ideología unitaria, lo que puede haber influido en la desaparición de su padre en los nuevos emprendimientos.

Lo que si sabemos es que Fernández de Molina vivía en su campo en la estancia Grande, no era un propietario rural ausente. Ni lo era su yerno Urioste muerto en el campo, ni varios miembros de su familia.

De todas formas, aún los más empecinados detractores, de la entrega de tierras en enfiteusis, reconocen que varios de los que las recibieron las poblaron y se hicieron cargo con todas las condiciones en contra..

Otro mito de la Argentina que es preciso desterrar, es que el trabajo en el campo otorga poder político y económico; esto puede haber sido cierto alguna vez, hace muchos años,  y por corto tiempo.

En el trabajo en la Tierra ha habido épocas mejores y peores pero en general es un trabajo riesgoso, con altos y bajos, teniendo en cuenta el capital invertido y el esfuerzo a realizar. La influencia de los grupos agrícola-ganaderos en los gobiernos desde 1940 en adelante ha sido prácticamente nula, más bien se los usa como variable de ajuste, depreciando sus productos, poniéndoles precios políticos y gravando fuertemente su producción.

El campo y los que trabajan en el, están aquí, no son capitales radicados fuera del país, ni pueden salir de su inversión con facilidad. En general los campos pertenecen a gente que hace  años que esta en el país, que se piensa quedar aquí y que hace lo posible para no tener que venderlos.

 

Otros repartos de  Tierras

Otra creencia generalizada es que en nuestro país hubo solo repartos de Tierras en época de Rozas.

Hubo también reparto de Tierras públicas a soldados, suboficiales y oficiales de las fuerzas armadas en las luchas que soportó el país.

Hubo además una gran entrega de Tierras entre los años 1876 y 1893, que abarca los años posteriores a la Campaña del Desierto. , Se calcula que en esos años se enajenaron o entregaron como premios a la Campaña, cerca de 40.000.000 de hectáreas de Tierra pública.

Según un autor, hacia fines del siglo pasado, más o menos en los años que dejamos de ser Partido de Arrecifes y pasamos a integrar el Partido de Bartolomé Mitre (1901), menos de 2.000 personas tenían tanta Tierra de su propiedad en nuestro país como la que representa la superficie sumada de Italia, Bélgica, Holanda y Dinamarca.

Un elemento que valorizo las Tierras hacia fines del siglo XIX fue, la utilización masiva del molino, del alambrado, y la llegada del Ferrocarril que vinculo los centros de producción con los centros de consumo y exportación.

De acuerdo con la guía de contribuyentes del año 1928, había un grupo de 50 familias que tenían en su conjunto alrededor de 4.000.000 de hectáreas.

En 1864 el 75% de nuestro partido era de una sola persona, y en los diez años que le siguen, era todo el partido de 10 personas, pertenecientes a tres familias (50) ( estamos hablando de Capitán Sarmiento con prescindencia de lo que hoy es Arrecifes) )

Recién en 1900 podemos empezar a hablar de ventas que cambian la propiedad de la Tierra en nuestro Partido, hace más de 100 años:

Los cambios que se han producido en nuestro país en los últimos años, en la  tenencia y propiedad de la Tierra son notables; las leyes sucesorias, las ventas, y los cambios económicos han permitido ir fraccionando la Tierra de tal forma que hoy, en nuestro partido, el 73% de las propiedades rurales son menores a 100 hectáreas.

Hay algunas provincias argentinas que tienen leyes que fijan la unidad económica, por debajo de la cual la Tierra no se puede subdividir, ni aún entre hermanos aunque las hayan recibido por sucesión: o uno le compra al otro, o la venden juntos, o la explotan juntos; dividirlas para recibir su parte en campo no se puede.

Esto se aplica en una de nuestras Provincias cuando la superficie es inferior a 400 hectáreas, que es la unidad económica para determinadas zonas.

La crisis económica de la década de 1830.

Desde fines de 1829 y hasta principios de 1832, una intensa sequía azotó la provincia de Buenos Aires, y fue seguida por violentos ataques indígenas. Alrededor de 1.500.000 de cabezas de ganado perecieron. Los mojones delimitadores de cada propiedad desaparecieron bajo el peso del polvo y el gobierno tuvo que enviar una comisión para evitar las disputas entre los propietarios de Tierra. Como resultado de las sequías. El precio promedio por legua cuadrada cayó 50%, de $2.805 plata en 1831 a $1.482 pesos plata en 1833.

Las ventas de Rosas

Doblando el monto a pagar por el canon  a la expiración del período de enfiteusis en enero de 1838, y reduciendo los precios de venta de Tierras públicas,  Rosas forzó a los arrendadores a comprar la Tierra en enfiteusis, que solo podía ser compradas por los que la tenían o por los que adquirían el derecho. Esto alentó a algunos  capitalistas a adquirir los derechos de los  enfiteutas que no podían comprarla.

Un año después que la ley de venta de Tierras fuera promulgada, hubo 35 compradores de derechos de enfiteusis por 302 leguas cuadradas.(755.000 hectáreas). Los poseedores tenían la prioridad para comprar, pero la escasez de capital y las altas tasas de interés hicieron que no le fuera fácil al Estado venderlas.

Esto provoco que el precio de la Tierra en el mercado cayera drásticamente en la década de 1830.Mientras los montos que se pagaron en Pergamino disminuyeron 17%, en Arrecifes descendieron un 65%.

Sólo durante la campaña militar de Roca en 1880 fue vuelta a ser vendida la Tierra pública a tan bajos precios. Durante los siete meses siguientes a la promulgación de la ley de 1836, 128 leguas cuadradas fueron vendidas a 34 compradores a un tamaño promedio de 3,7 leguas cuadradas y a un precio promedio de $457 pesos plata por legua cuadrada.

Este precio era 77% menor que la valuación oficial de la Tierra pública. A pesar de que para poder vender se dieron buenas condiciones de pago, la demanda por Tierras no excedió a la oferta, y en 1837, disminuyeron los precios promedio de Buenos Aires por legua cuadrada en los mercados privado y público.

1880-1930

Estos eran los años del comienzo del gran despegue argentino. Desde el año 1880 y hasta 1930, el País creció de una manera incontenible, no se registra en el mundo antecedentes de un crecimiento tan rápido. Se importaban muebles y cuadros de Europa, las inversiones en el país, eran enormes y no se retiraban las ganancias, se volvían a invertir.

Fueron los años de construcción del Palacio Paz, hoy circulo militar, del edificio de la Marina en la calle Cordoba, del Teatro Colon, del Hotel Plaza enfrente de la Plaza San Martin, de Casas importantes hoy hoteles en Avenida Alvear y demás.

Los que vivían aquí tenían un convencimiento y una fe casi ciega en el futuro argentino, que consideraban incontenible. Nunca más las circunstancias serian las mismas que en esos años, nunca más, a menos que haya un cambio de mentalidad y un cambio en la educación se asistirá a un crecimiento tan rápido.

En esos años nace también la ciudad antes Estación que es hoy Capitán Sarmiento. Siete años antes, en la donación de Ramona Molina a sus hijos no aparecen ni vestigios del pueblo, en el plano que se hizo al efecto, no aparecen tampoco las vías del Ferrocarril Oeste que todavía no existía, aparece si una línea de telégrafos que sigue aproximadamente el trazado de la actual ruta 8.

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Autores: Alvaro Gutierrez Zaldivar y Consuelo Gutierrez Zaldivar